Hay historias que nomás te sacan una sonrisa… y un antojo. Esta es la de Noemí, una morra de 18 años que ya abrió su propio negocio de repostería y que trae a Tijuana vuelta loca con sus Crumbl Cookies artesanales. Sí, a los 18. Y sí, hechas a mano, desde la mermelada hasta la masa.
En pleno evento masivo, entre puestos y música, nos encontramos el stand de Noemy’s Bakery, y obvio que había que parar. Y que nos topamos con una chulada de proyecto que nació literalmente en su casa —y que crece gracias a su talento, su familia… y un novio al que trae “de planta”, pero sin nómina.
“Los que me ayudan son mis papás… y mi novio.”
“¿El novio sin sueldo?”
“Sí, lo pongo a trabajar.”
LAS GALLETAS QUE PARECEN PECADO CAPITAL
Noemí nos enseñó su menú y casi lloramos:
- Lotus
- Red Velvet
- Matcha
- Avellana
- Triple chocolate
- Zanahoria
- S’mores
- Pistache
- Blueberry con limón
Un repertorio que ya quisieran varias cafeterías “nice” de la ciudad. Y todo hecho artesanal, sin atajos.
Cuando le preguntamos por qué galletas —siendo que es de las cosas más complicadas en repostería— respondió con la honestidad más pura:
“Pues desde chiquita me gustaba todo lo de postres. Probé las Crumbl Cookies y dije: ‘¿por qué no lo hago yo?’… ¿qué puede pasar?”
Y se aventó. Y funcionó.
Hoy, además de vender en eventos, también trabaja bajo pedido, hace mesas de postres y ya tiene clientela fiel.
UN SUEÑO QUE VA EN SERIO
El sueño de Noemy es claro:
“Mi sueño en 5 años sería tener mi propia cafetería.”
Y lo está trabajando. Se salió de Cetys porque “la carrera no la llenaba”, y ahora planea estudiar gastronomía formalmente.
Jousin lo dijo clarito en el video:
“Morros, sigan este ejemplo: sí se puede.”
Y sí: cuando ves a una joven de 18 años creciendo junto al apoyo de sus papás, entendiendo que la vida adulta viene dura, pero no imposible, te queda claro que lo que tiene Noemy no es solo talento… es determinación.
NOEMY’S BAKERY YA ES DE TIJUANA
Si quieres galletas que te pongan a cuestionar tus decisiones de dieta, sus redes y contacto están ahí mismo en su stand —y pronto, si todo sale como debe, en su propia cafetería.
Y antes de irnos, sí: también entrevistamos al novio.
Y confirmamos: el vato es el novio más explotado (pero más orgulloso) de Tijuana.