En una ciudad donde lo más fácil es perderse, todavía hay chavos que apuestan por la disciplina, los valores y la vocación de servicio. Esos morros son parte de la Policía Juvenil de Tijuana, que esta semana celebró 65 años de historia.

Durante el evento conmemorativo, el presidente municipal Ismael Burgueño Ruiz entregó constancias de ascenso a jóvenes que pasaron sus exámenes y reconocimientos a quienes se rifaron con su esfuerzo. Dijo que lo que ve en sus caras no es poca cosa:

“Veo disciplina, carácter, inteligencia, sensibilidad y un gran corazón. Ustedes ya están haciendo historia en Tijuana”.

Actualmente, la Policía Juvenil tiene 16 unidades activas y suma 853 integrantes. No es un club, es un semillero de ciudadanos que están eligiendo otro camino. Uno que no siempre es el más visible, pero sí el más valiente.

El secretario de Seguridad, José Alejandro Avilés, lo dejó claro:

“Celebramos una historia construida con valores, compromiso y constancia. La Policía Juvenil transforma vidas”.

Y no todo fue protocolo. También se guardó un minuto de silencio por Carmen Alanís Martínez, una mujer que creyó en este programa y lo impulsó hasta el final. Su familia recibió una placa de reconocimiento de parte del alcalde.

¿Y por qué importa esto?

Porque en una ciudad golpeada por la violencia, tener 853 jóvenes en formación cívica y con vocación de servicio no es poca cosa. Es una victoria silenciosa que no sale en los encabezados, pero se siente en cada esquina donde un joven elige ayudar, organizar, dar el ejemplo… en vez de hundirse.

Ojalá más apoyos como este dejaran de ser nota y se convirtieran en política pública seria. Porque no basta con celebrar a los morros una vez al año. Hay que invertir en ellos todos los días.